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La Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en el desarrollo de Canarias: los embalses en las islas occidentales (V)

Desde los primeros años de la década de los 40, se asentó en la isla de La Palma la inquietud de construir en el vaso natural –laguna– del municipio de Barlovento un gran embalse para el almacenamiento de aguas

Desde los primeros años de la década de los 40, se asentó en la isla de La Palma la inquietud de construir en el vaso natural –laguna– del municipio de Barlovento un gran embalse para el almacenamiento de aguas. Las condiciones climáticas de aquel ámbito septentrional de los municipios de Garafía, Barlovento y San Andrés y Sauces propiciaban en las cuencas que lo conforman la producción de importantes masas de aguas de escorrentía que podrían conducirse a aquel emplazamiento.

A lo anterior se sumaban las aguas subterráneas que la pujante actividad –en aquella época– de perforación de galerías alumbraba en aquel entorno y que, en la época invernal, no eran demandadas en aquellos caudales. Irremisiblemente, acababan yendo al mar después de que se dejaran discurrir por los distintos cauces en que se encuentran aquellas obras de captación.

Tras diversos estudios geológicos y geotécnicos de los materiales que conforman la laguna se redactó en 1969 un primer proyecto, con una capacidad máxima de 5,5 millones de metros cúbicos (hm3), una superficie aproximada de 330.000 m2 y una altura de agua máxima de 32 m, que consistió en recubrir aquella caldera con los suelos del propio emplazamiento con un proceso de compactación. No sin barajar una posible alternativa de utilizar materiales asfálticos y sintéticos para la impermeabilización, desde el entonces Ministerio de Obras Públicas se optó al inicio de la década de los 70 por ejecutar la pantalla de impermeabilización con aquellos suelos y controlar su capacidad como impermeabilizante, todo ello durante el período en que se ejecutaban las obras de captación en los barrancos, así como los canales de transporte de las escorrentías derivadas hasta la laguna. A la experiencia negativa de esta solución siguió una prueba en el fondo de la laguna con una capa de arcillas seleccionadas del propio emplazamiento, intento que tampoco fructificó.

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