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Wladimiro Rodríguez Brito: “En La Palma hay que sorribar y cultivar las corrientes de lava y las fajanas”

Es un enamorado de la Naturaleza y del medio ambiente. Desempeñó esta consejería en el Cabildo de Tenerife durante una veintena de años. Sus alumnos de La Salle, en donde impartió clases para pagarse los estudios universitarios, le preguntaban, en la hora de la oración: “¿Por qué usted no reza, maestro?”

Si a mí me preguntaran cuál es la cualidad más destacable del profesor Wladimiro Rodríguez Brito (Barlovento, 1942) yo contestaría, sin pensármelo dos veces: “Es un hombre honrado”. Pero no basta con eso. A los 22 años -han leído bien- cursó el ingreso del bachillerato. Se hizo primero maestro y más tarde se licenció y doctoró en Geografía y fue profesor titular de la Universidad de La Laguna. Sufrió la represión de la Brigada Político-Social franquista, porque era comunista, durante la agonía de la dictadura. Llegó a ser secretario del PC en Tenerife. Luego crearon ICAN, que era una izquierda nacionalista que acabó integrada en Coalición Canaria.

Wladimiro está casado y tiene dos hijos. Uno es ingeniero aeronáutico y director del aeropuerto de Jerez de la Frontera. Su hija es bióloga. Su padre emigró a Cuba; años después de llegar, cuando el golpe de estado, fue internado en Fyffes y en los barcos prisión, “pero nunca le escuché una palabra de rencor, ni de revancha después de que todo terminó”, me dice. Y añade: “Ahora, eso sí, tuvo los cojones de ponerme Wladimiro, que es un nombre ruso, cuando aún la División Azul luchaba en Leningrado, o por ahí; menos mal que el cura no se chivó”.

Durante dos años, Wladimiro fue el mayor cultivador de tabaco de La Palma, pero se aburrió porque se lo pagaban a cuatro perras. Es un enamorado de la Naturaleza y del medio ambiente. Desempeñó esta consejería en el Cabildo de Tenerife durante una veintena de años. Sus alumnos de La Salle, en donde impartió clases para pagarse los estudios universitarios, le preguntaban, en la hora de la oración: “¿Por qué usted no reza, maestro?”. Entre sus curiosidades, dirigió una tesis doctoral en la Universidad de París sin saber ni papa de francés. “Claro que la tesis estaba escrita en francés y también en español”, me aclara. Posee un gran sentido del humor, no tiene miedo a nada, viene de luchar en mil batallas y se ha jugado la vida en el monte, sobre todo en los incendios que le han tocado vivir. Seis libros publicados. Varias tesis dirigidas. Muchos artículos.

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