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¿Qué parte del agua que bebemos es reciclada?

En verano de 2022, gran parte del Reino Unido registró unas temperaturas extremas superiores a los 40 °C, lo cual, combinado con unos meses de escasas precipitaciones, provocó que el nivel de los ríos y embalses fuera inusualmente bajo. Al hablar sobre la seguridad del abastecimiento de agua, el director de la Agencia de Medio Ambiente del Reino Unido, Sir James Bevan, planteó una solución difícil de aceptar: «Reprocesar el agua resultante del tratamiento de aguas residuales y volver a convertirla en agua potable, perfectamente segura y saludable, pero que no es algo que le apetezca a mucha gente».

Activos líquidos

Aunque la idea de una bebida «de segunda mano» es poco apetecible, de hecho, el agua de nuestro barrio se recicla constantemente, ya sea como parte del ciclo natural o urbano del agua. Entre los tratamientos figuran la floculación, la microfiltración y la ultrafiltración, la desinfección y el uso de carbón activado y ozono. Neuzeret señala: «Es difícil decir cuál es el mejor, ya que su eficacia depende en gran medida de la situación. En realidad no importa cuántas veces se haya reciclado el agua, ni de qué fuente, lo que importa es cómo se recicla, y qué calidad se consigue». Lo que es seguro, según él, es que el agua acumula contaminantes y la dilución los reduce. Así, como parte del ciclo natural del agua, las aguas residuales pueden tratarse y verterse a una masa de agua, como un río, antes de ser recapturadas como aguas superficiales, volver a tratarse y, a continuación, canalizarse hasta los hogares. Sin embargo, la posibilidad de emplear esta opción cada vez es menor. «El cambio climático hace que, en algunas zonas, sobre todo en verano, el agua liberada por las depuradoras represente casi todo el caudal de un río, lo que reduce su capacidad para diluir las aguas residuales», comenta Neuzeret. Las aguas residuales también pueden tratarse para su uso directo. Según Neuzeret, hay dos tipos de plantas de tratamiento de aguas. En el primero, se suelen utilizar lodos activados para eliminar macrocontaminantes como los fosfatos y los nitratos con el fin de producir agua no potable. «Algunos microcontaminantes quedan retenidos, pero muchos consiguen pasar y se liberan al medio natural», añade Neuzeret. Como cabría esperar, el tratamiento del agua potable es más riguroso, con varios procesos específicos para microcontaminantes y, a menudo, con cloración para eliminar posibles bacterias y virus. ¿Cómo se determina la eficacia que han tenido los tratamientos del agua?

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