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La ingeniería de caminos, canales y puertos en el desarrollo de Canarias: los grandes embalses para el almacenamiento de aguas (I)

Escenario de la década de los 70

“La presa de Los Campitos
costó millones de duros
y esta no retiene agua
ni para lavarse [1977]”

“Mucho ha llovido en la isla
pero de algo estoy seguro
que en la presa de Los Campitos
no hay con que lavarse [1979]”

Resumían estas estrofas de la “Afilarmónica Ni Fu-Ni Fa” –al son del cubanito que se interpretó en los sucesivos Carnavales de Tenerife de finales de la década de los 70– el “estado del arte” de la impermeabilización de embalses en las Islas Canarias occidentales. Esto hay que resaltarlo porque la constitución geológica más antigua en la islas de Gran Canaria y de La Gomera sí ha permitido la construcción de grandes “presas” mediante la ejecución de estructuras de cierre en distintos cauces de sus territorios, hasta el punto de que la primera cuenta con un total de 59 embalses de este tipo con una capacidad global de almacenamiento de 79 hm3, construidas entre los años de 1910 y 1980, algunas de ellas con importantes alturas de presa –sobre cimientos– y volúmenes de embalse, entre las que destacan la “Presa de Soria” –132 metros (m) y 32 millones de metros cúbicos (hm3)– y su pareja en el salto hidroeléctrico proyectado, la “Presa de Chira” –32 m y 4 hm3–. Las islas de Fuerteventura y Lanzarote figuran en el “Inventario” de la “Sociedad Española de Presas y Embalses (SEPREM)” con dos y una presa, respectivamente. El “Registro de grandes presas en explotación en La Gomera (J. González 2015)” enumera un total de 24 de estas obras construidas desde 1913 y en las que destacan “Chejelipes” –42 m y 0,7 hm3–, “La Encantadora” –43 m y 0,7 hm3– y “Mulagua” –48 m y 0,8 hm3–, terminada esta última en 1981.

El Inventario del SEPREM recoge 16 emplazamientos de presas en la isla de Tenerife con capacidad total de 5 hm3 construidas antes de 1975, en éste figuran las de “Tabares” –25 m y 0,13 hm3– y de “Tahodio” –40 m y 0,9 hm3– localizadas en el macizo de “Anaga”, único territorio, junto al de “Teno”, donde sus orígenes geológicos permiten albergar las escorrentías que se producen en las cuencas suprayacentes a las cerradas; el resto de presas, además de la conocida “Charca de Ascanio” –26 m y 0,3 hm3– en La Orotava –que requirió una importante movilización de medios que permitía la ingeniería de la década de los 20 para su construcción–, se circunscriben a emplazamientos con pequeñas cerradas situados en barrancos de las comarcas de “Abona” e “Isora”, de reducida capacidad –inferior a 0,1 hm3–, donde se han tenido que remendar artesanalmente sus paredes, a base de morteros bastardos –cemento, cal y arena–, para dotarlas de la necesaria impermeabilidad.

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