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Contra la sequía; aguas subterráneas, ocultas y olvidadas.

Cuando apenas se habían acallado los ecos de la última sequía, empiezan a ser patentes los efectos de otra que está azotando a todo el territorio español y, en particular, a las provincias del sureste, tradicionalmente las más afectadas por dicho fenómeno.

Hay que recordar que en la sequía del periodo 1992-1995 se movilizaron más de 1000 hm3 de aguas subterránea, un poco menos del total de aguas subterráneas que se utilizan normalmente en España para abastecimiento urbano. Esas aguas subsanaron algunos de los problemas que surgieron por esas fechas en Andalucía, como fue el abastecimiento de la Bahía de Cádiz que llego a tener restricciones de 24 h, afectando a más de 700.000 personas, a Granada capital o Jaén entre otras zonas. En la actualidad, desconocemos el estado de conservación de los sondeos y las infraestructuras que se hicieron con un alto coste económico.

Sequía cíclica y natural

En la sequía del periodo 1992-1995 se
movilizaron más de 1000 hm3 de aguas
subterránea, las que se utilizan en España para
abastecimiento. Esas aguas subsanaron problemas
como el abastecimiento de la Bahía de Cádiz que
llego a tener restricciones de 24 horas, afectando a
más de 700.000 personas, a Granada capital o Jaén

Sabiendo que este hecho se repite casi de manera cíclica y natural, y que previsiblemente va a continuar con mayor intensidad, hace tiempo que deberíamos habernos puesto manos a la obra para conocer, con la mayor precisión posible, los recursos de agua con los que contamos (tanto superficiales como subterráneos, aguas regeneradas o desaladas), para gestionarlos de forma adecuada. Desgraciadamente, este asunto sigue siendo una asignatura pendiente para la Administración Hídrica española, incluyendo bajo este término a las administraciones que tienen transferidas las competencias de la gestión del agua en las cuencas hidrográficas no compartidas. En muchos de los países de nuestro entorno son conscientes del problema y saben que su mitigación pasa irremediablemente por conocer bien los recursos de agua disponibles para protegerlos y aprovecharlos de forma conjunta.

Aguas superficiales, aguas subterráneas

Es una obviedad (y duele tener que recordarlo) que no se puede gestionar bien lo que no se conoce. En España seguimos teniendo una política hídrica centrada principalmente en las aguas superficiales, que no integra de manera adecuada al resto de recursos disponibles. Es algo que llama poderosamente la atención, en un país en el que existe una elevada demanda de agua que se cubre con otros recursos distintos de las aguas superficiales y donde este falso debate viene de lejos. En la Administración Pública española, el principal referente en materia hidrológica está representado por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), donde se encuadra la Dirección General del Agua.

Desgraciadamente, hoy día el MAPAMA no dedica suficientes medios económicos a los recursos hídricos no regulados por obras de superficie. En plena implementación de la Directiva Marco Europea del Agua prácticamente no se invierte el dinero necesario en la mejora del conocimiento hidrogeológico, en contra de lo previsto en los planes hidrológicos aprobados por el Gobierno de España y enviados a la Unión Europea.

En la Administración Hídrica española existe una clamorosa necesidad de técnicos especializados en recursos subterráneos Cabe recordar que hay miles de expedientes sobre temas relacionados con aguas subterráneas (captación, calidad, contaminación, etc.) que están pendientes de resolución. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI aún existan muchos organismos de cuenca que no tienen ni un solo hidrogeólogo?

La situación se torna más difícil de entender cuando, en los últimos reajustes del MAPAMA, en la presente legislatura, la Jefatura de Área de Recursos Subterráneos existente, dependiente de la Subdirección General de Gestión Integrada del Dominio Público Hidráulico, ha pasado a depender de un técnico sin experiencia hidrogeológica y los tres únicos técnicos hidrogeólogos que se encuadraban dicha Área pasaran a depender de la de Calidad de las Aguas, dentro de la misma Subdirección General. No cabe duda de que este cambio, si se consolida, supondría un duro golpe (otro más, quizás el definitivo…) a las aguas subterráneas, que tantos beneficios han generado y generan al conjunto de la sociedad española, lo que evidencia un planteamiento difícilmente comprensible de la Administración Hídrica.

Investigación hidrogeológica

Por si fuera poco lo anterior, la Administración Hídrica se permite el lujo de no incorporar convenientemente la investigación hidrogeológica de calidad que se hace en España. Es algo inaudito, máxime cuando los resultados de las investigaciones proceden de proyectos financiados con fondos públicos (por ejemplo, en el marco del Plan Nacional de Investigación o en los Programas europeos). Cabe preguntarse: ¿por qué no hay más coordinación entre los ministerios implicados?, ¿por qué no se cuenta con los centros de investigación para trasladar los resultados de las investigaciones a los documentos de la Administración Hídrica? Es un tremendo despilfarro que no nos deberíamos permitir.

Con este panorama, no es difícil hacer previsiones sobre lo que nos espera, aun para aquellos que siempre tratamos de ser optimistas. No habrá criterios científicos y técnicos, basados en un adecuado conocimiento de las masas de agua, que deberían servir de base para su protección y gestión. No habrá control, ni gestión, ni protección, ni gobernanza del agua. Más de lo mismo una vez más, pero cada vez peor, porque estamos en un camino sin retorno, en gran parte marcado por la Unión Europea, pero deficientemente interpretado por la Administración Hídrica española, y los efectos de no haber hecho y de seguir sin hacer las cosas bien son acumulativo.

 

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