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Los tres pilares sobre los que se apoya el futuro del agua

La revista Aquae Papers, publicada por la Fundación Aquae y el Colegio de Economistas de Madrid, muestra los retos a los que nos enfrentamos para salvar este bien natural

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2.100 millones de personas no tienen acceso a agua potable y disponible en el hogar. Y unos 4.500 millones, más del doble, carecen de un saneamiento seguro. Este escalofriante cálculo es el resultado de dos factores principales: la escasez de agua en ciertos puntos del planeta y el uso incorrecto de sus propietarios. A su vez, este recurso natural, fuente indispensable de vida, supone un impulso económico allá donde está presente. Esto es: crea un círculo virtuoso en el que a mayor cantidad, mayor desarrollo. Y viceversa: sin ella, nada sería posible. Sin embargo, se malgasta, se obstaculiza su porte, se mira a otro lado cuando su desaparición parece inevitable.

En su nombre se han originado infinidad de conflictos desde la antigüedad. Recientemente, Egipto, Sudán y Etiopía se han enfrentado por las aguas del Nilo. O Turquía, Siria e Iraq, que lo han hecho por el reparto del Tigris y el Éufrates. Gambia, por ejemplo, es un país tallado dentro de Senegal a capricho del cauce del río homónimo, que se le otorgó a Reino Unido en el Tratado de Versalles. Y miles de ecosistemas desaparecen en cuanto se esfuma este recurso.

Las consecuencias de la escasez la vemos también aquí, en España, cuando conocemos que cae el número de especies en parques nacionales como Doñanay que el nivel de los humedales se sitúa por debajo del 40%. Datos alarmantes que se sostienen en tres pilares básicos: la agricultura (el sector donde más agua se emplea), las infraestructuras (obras para su distribución) y la gobernanza (su gestión institucional). Así lo expusieron hace unos días en Madrid los responsables de Aquae Papers, revista publicada por la Fundación Aquae y el Colegio de Economistas de Madrid.

Agricultura

El 70% del agua se utiliza en la agricultura. El problema no reside en hacerlo, algo necesario, sino en cómo se aprovecha. Según explicó Albert Martínez Lacambra, autor del documento, en España, ese porcentaje de uso del recurso apenas se traduce en un 4% del Producto Interior Bruto (PIB). Por lo que habría que optimizar los recursos. “En España tenemos casi tres millones de hectáreas de regadío y de ellas, 978.000 están sin modernizar. Esto quiere decir que cada una requiere 3.500 metros cúbicos de agua. Si pensamos en que en 2050 seremos 9.750 millones de personas en el mundo, tendremos que aumentar la producción de alimentos en un 70%. Y eso pasa por saber emplear racionalmente este recurso”. Hasta José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacó que “la agricultura intensiva ha sobrepasado sus límites” y que “seguir produciendo como hasta ahora no es una opción”.

 

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