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La “nueva normalidad”: prueba de fuego para la resiliencia del sector del agua

Un artículo de Alejandro Maceira

Hemos vivido semanas desoladoras. Todo ha sido tan rápido que quizás aún no nos ha dado tiempo a reflexionar sobre la magnitud de la tragedia que padecemos. Esa macabra curva que se ha colado en nuestras vidas representa el sufrimiento de miles de familias que han perdido a sus seres queridos, en muchos casos sin poder siquiera despedirse con un último adiós. A pesar de los esfuerzos de la inmensa mayoría de ciudadanos, administraciones y empresas, el virus ha causado (y sigue causando) un daño difícil de soportar en nuestra sociedad y en nuestra economía. Pero no nos queda otra opción que intentar sacar lo mejor de nosotros mismos y, cada uno desde sus responsabilidades, hacer todo lo posible para frenarlo en primer término y mitigar sus consecuencias de cara al futuro.

Esto es lo que ha hecho un sector del agua que, con rapidez, eficacia y acuerdos entre diferentes actores, ha sido capaz de adaptar sus procesos para lograr que millones de personas confinadas no se hayan tenido que preocupar por el acceso al preciado líquido. Proteger a los trabajadores, garantizar la seguridad hídrica y adoptar medidas socioeconómicas para que nadie se quede atrás han sido las grandes obsesiones de los gestores públicos y privados en estas últimas semanas. Y podemos decir que, hasta el momento, se han resuelto con una nota de sobresaliente.

La elevada componente tecnológica que han incorporado nuestros operadores en las últimas décadas ha sido decisiva en este éxito, pero el compromiso de los trabajadores ha sido, sin duda, el factor diferencial que está permitiendo superar uno de los “stress test” más duros de la historia reciente de la gestión del agua. La vocación de servicio público de los operarios de servicios ha quedado una vez más de manifiesto, y hemos sido testigos de actitudes que podemos calificar como heroicas. Desafortunadamente, y como es costumbre, el reconocimiento social hacia su labor no ha estado a la altura del brindado a otros colectivos, en una señal más de la necesidad de mejorar la comunicación sobre el papel de la industria del agua.

Los gestores han salvado este primer match-ball, pero, al igual que para nuestra sociedad y nuestra economía, en el sector del agua el impacto del COVID-19 se encuentra tan solo en sus primeros estadios. Ahora que tenemos la certeza de que la normalidad no va a volver en el corto plazo, es hora poner sobre la mesa una nueva hoja de ruta en la que el orden de prioridades se verá inevitablemente alterado. Y estas nuevas circunstancias sitúan a la salud en el eje de todas las estrategias. Hablamos de un factor que ha sido siempre esencial en la gestión del agua, pero que ahora adquiere una nueva dimensión.

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