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El río que inspiró a dos jóvenes con opción al Nobel junior del agua

PUBLICADO POR: Fernanda Caballero

Esther Suárez y Diego Castro, creadores del proyecto ganador de la edición 2022 del certamen nacional del Stockholm Junior Water Prize, cuentan cómo el río de su pueblo les inspiró la idea que les llevará en agosto a la competición final en Suecia

La mejor inspiración puede estar en la cotidianidad. Eso fue lo que les ocurrió a Esther Suárez y Diego Castro, creadores del proyecto ganador de la edición 2022 del certamen español del Stockholm Junior Water Prize (SJWP), considerado el ‘Premio Nobel Junior del Agua’ juvenil. Este premio internacional fue fundado en 1997 por el Stockholm International Water Institute (SIWI) o ‘Nobel Junior del Agua’. La edición del Premio en España este 2022 ha sido una vez más organizada por Fundación AQUAE y es un certamen en el que participan estudiantes de entre 16 y 21 años que cursen Secundaria, Bachillerato o Formación Profesional en un centro educativo de España.

Suárez y Castro se hicieron con el premio nacional este 2022 por el diseño y construcción de un dispositivo que permite monitorizar el nivel del río en diferentes puntos de la cuenca. Su invento permite anticipar una crecida del río en su parte baja y, en un futuro, avisar a la población local. ¿El objetivo? Dar la alerta sobre posibles inundaciones y daños colaterales. ¿Su inspiración? El río que atraviesa el pueblo donde viven.

El río que inspira

Suárez y Castro llaman hogar a Ponteceso, un pueblo de poco más de 5.000 habitantes ubicado en A Coruña (Galicia). El lugar donde habitan los jóvenes de apenas 18 años brindó la inspiración para su proyecto, pues Ponteceso es atravesado por el río Anllóns, que registra desde siempre importantes fluctuaciones. De ahí surgió el objetivo de su invento, ya que permite que las constantes anegaciones del río puedan predecirse y notificarse a los habitantes para prevenir catástrofes.

«En el centro del pueblo transcurre un río, el río Anllóns. Cada año, el pueblo, que está básicamente construido sobre el lecho del río y su desembocadura, acaba teniendo inundaciones que aunque no acaben con vidas, las crecidas sí que dañan muchos bajos e incluso vehículos. Al final es un problema que tenemos aquí todos los años y que hay que solucionar», explica Esther Castro a El Ágora.

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