El agua y la supervivencia

La historia de Canarias y de Gran Canaria es también la historia del agua. Desde la llegada de los primeros canarios, nuestra vida ha estado ligada al aprovechamiento de este recurso que, desgraciadamente, se está volviendo cada vez más escaso. El agua en Canarias es el factor decisivo para hacer fructificar las enormes posibilidades naturales de nuestra tierra. Desde la creación del Cabildo de Gran Canaria, la gestión del agua ha constituido una competencia fundamental que se ha materializado en la construcción de presas y canales, en la distribución de agua para la agricultura, en la potabilización y la depuración.

Y hablar de agua es también hablar de energía pues la desalación, la depuración, así como su captación, transporte y distribución suponen un importante gasto energético. De la correcta gestión del binomio agua-energía y de que seamos capaces de encontrar soluciones técnicamente viables y medioambientalmente sostenibles para proveernos de este recurso a un coste razonable, va a depender una parte importante de nuestra soberanía hídrica, energética y alimentaria en un momento en el que el cambio climático está provocando que las sequías en nuestra isla sean cada vez más persistentes.

Desde que asumimos el gobierno del Cabildo en junio de 2015 y la mayoría progresista aprobó el programa de gobierno, la política hídrica ha sido una prioridad. Desde hace décadas Gran Canaria obtiene la inmensa mayoría del agua que se consume (principalmente en las zonas urbanas costeras) de la desalación del agua del mar, un proceso muy intensivo en consumo de energía. Para hacernos una idea, en 2015 el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria (CIAGC), solamente para desalar agua de mar en las instalaciones públicas de su propiedad, consumió más del 5% de la energía eléctrica puesta en la red en la isla. No obstante, si tenemos en cuenta todos los procesos necesarios para obtener agua, esto supone entre el 15 y el 20% del consumo energético total de nuestro territorio.

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