Las borrascas como ‘Filomena’ son distantes en el tiempo pero cada vez más extremas

El frente atlántico no fue excepcional en las islas pero sí afectó de forma histórica a varias ciudades del país que terminaron colapsadas

La borrasca atlántica ‘Filomena’ llegó a las islas con el mejor regalo que se podía esperar el Día de Reyes: las tan ansiadas lluvias que que han asegurado hasta tres años de agua de riego en Gran Canaria, según el Cabildo Insular. Pero el fenómeno, que se originó al noroeste delarchipiélago, no se vivió de forma tan excepcional aquí como en la península, tal y como asegura Víctor Quintero, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en Tenerife. El progresivo enfriamiento del aire durante su evolución hacia latitudes más altas implicó un descenso de la temperatura en su interior, precipitaciones y unas nevadas históricas que colapsaron varias ciudades, incluyendo Madrid. Una situación que los expertos llegaron a prever con bastante precisión, afirma Quintero. «Dentro del margen de incertidumbre inherente a cualquier predicción meteorologica, los avisos emitidos se ajustaron aceptablemente bien a lo que ocurrió. Buen indicativo de ello es que no resultó necesaria la emisión de ningún aviso por fenómeno observado como consecuencia de que en algún parámetro (viento, lluvia, etc.) pudiera alcanzar algún umbral no previsto».

Sin embargo, la aparición de este tipo de fenómenos en los últimos tiempos no deja de sorprender a la población y llevan inevitablemente a cuestionarse si están asociados al cambio climático. Quintero explica que «asociar un determinado episodio, por significativo que resulte, a las consecuencias del cambio climático no es lo más correcto. Es la variación en la frecuencia de tales episodios durante un período de tiempo suficientemente largo lo que se considera una verdadera evidencia». En ese sentido, añade, los diferentes informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) señalan una tendencia a la disminución de la frecuencia de episodios de precipitaciones intensas, pero, por el contrario, a un aumento de su intensidad». El delegado insiste, así, en que un episodio de grandes nevadas como el acaecido estos días en la Península no puede entenderse como una consecuencia directa del cambio climático.

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