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Los expertos creen que el agua será un bien de lujo a finales de este siglo

La sequía por el cambio climático, la sobreexplotación de terrenos para la agricultura y la ganadería, la explosión demográfica, la contaminación de ríos, lagos y acuíferos y en general el derroche que impone el modelo productivo capitalista generarán escasez de recursos hídricos en unas pocas décadas.

Un artículo de: José Antequera

El ser humano está acabando con el agua en la Tierra. Gastamos los recursos hídricos a un ritmo que el planeta ya no puede soportar: dos veces más deprisa que el aumento de la población en el siglo XX. A medida que crece el número de habitantes en todo el mundo consumimos cada vez más agua y no solo para beber, también para producir alimentos, una tarea a la que destinamos el 70 por ciento del agua dulce disponible. Un ejemplo demuestra lo crítica que es la situación: solo para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua. Pero no solo tenemos un problema con la producción ganadera. También con la agricultura. Para generar un kilo de arroz se precisan 1.500 litros de agua; para producir un kilo de patatas 150 litros; para cosechar uno de tomates más de 80…

En los próximos años el aumento demográfico exigirá 1.000 millones de toneladas más de cereales. La brutal actividad agrícola precisará del riego, que aumentará más del 50 por ciento en el año 2050.

El gasto es insostenible y los expertos creen que a este ritmo de consumo podemos acabar con los acuíferos, ríos y embalses a lo largo de este siglo. El panorama que pinta la ONU resulta terrorífico. Nos veremos inmersos en un círculo vicioso de difícil salida: cambio climático, aumento de la temperatura, sequía, desertización, explosión demográfica y falta de agua. Aquella vieja profecía que vaticinaba guerras en el futuro por el control del agua y no por el petróleo no parece tan descabellada.

A la presión demográfica se sumará que muchos países saldrán del subdesarrollo y necesitarán consumir más. El urbanismo seguirá expandiéndose, la contaminación arruinará cientos de pozos, ríos y acuíferos y se seguirán perdiendo millones de toneladas de agua por culpa del deficiente aprovechamiento y la mala gestión. En unas pocas décadas nos encontraremos ante una situación de emergencia global sin precedentes. El agua escaseará, se habrá convertido en un bien de lujo como el caviar o los diamantes. En muchas regiones del planeta no será posible abastecer de agua potable a la población. Eso significa éxodos masivos, flujos de millones de personas, más inmigración hacia los países ricos.

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