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La Palma en tiempos de aguaceros

Un artículo de WLADIMIRO RODRÍGUEZ BRITO

En unos años hemos pasado de una isla de secano, que miraba para las nubes, las cabañuelas y el almanaque, a un territorio que solo mira a la pantalla del móvil para saber si saldrá agua por el grifo o si tendremos agua para regar. Hemos pasado de la cultura del trabajo y el esfuerzo, de los alumbramientos en pozos y galerías, sorribas, canales, estanques, etcétera, a una cultura libresca alejada del medio. Ahora queremos que papá y mamá administración construya y remiende canales y estanques, olvidando lo pequeño y lo local, lo que sabíamos hacer.

Antes las lluvias anunciadas en los almanaques no visitaban nuestros campos y la cosecha se perdía. Ahora ejecutamos caras obras con dinero de todos que no mejoran tampoco la situación del campo. No podemos seguir cargando nuestra geografía de obras que no sirven más que para la inauguración.

Se habló no hace mucho de tubos de 400mm para llevar el supuesto “Ebro” de la Laguna de Barlovento hacia el oeste, añadido al existente canal Barlovento-Fuencaliente. Confundimos el monte verde bajo las nubes del alisio con las lluvias torrenciales del monzón asiático. Los barrancos del norte de La Palma tienen un cauce limitado y que en contadas ocasiones corre el agua por los mismos. Por poner un ejemplo, por el barranco de la Herradura a lo largo de 70 años no ha corrido el agua creo que ni en 15 ocasiones y que hasta tiene una pista de tierra abierta por el cauce todo el año. Este es un asunto que ya traté en 1982 en el libro Agricultura en la isla de La Palma (pag. 34).

La balsa de Vicario es una referencia de esta situación, como supuesto “eje” del agua en el oeste de La Palma: se alimenta supuestamente con una canalización desde La Laguna de Barlovento, mediante tubos de 250mm colgados de las paredes de los barrancos más profundos de Canarias, y ello a pesar de que se le redujo el diámetro de los 400mm inicialmente proyectados.

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