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La Cámara Insular de Aguas

483633_457315347660516_1822092042_n (1)Quienes leen mis artículos saben bien cuál es mi punto de vista respecto a las colaboraciones: el que quiera decir algo que lo diga -o lo escriba-, pero que lo diga sabiendo lo que dice. No es conveniente intoxicar la mente de los ciudadanos, al tratar algún asunto de interés, con teorías o elucubraciones que solo expresan una opinión subjetiva, pues muchas veces estas no tienen una base sólida para considerarlas acertadas. Se nos han llenado los ayuntamientos, cabildos, diputaciones y gobiernos de ciudadanos que, como personas, merecen todo mi respeto, pero debemos reconocer que a menudo asumen responsabilidades para las que no están preparados. Bien es cierto que los organismos mencionados tienen asesores, técnicos y jefes de negociado que prestarán a los elegidos por el pueblo la ayuda que precisan para desempeñar su cargo, pero no nos llamemos a engaño: el político es el jefe, es quien manda, es quien quiere que se vea reconocida su labor, de modo que el funcionario suele hacer mutis por el foro y actúa siguiendo las instrucciones de su superior.

El reciente conflicto -lamentable como pocos- surgido entre los ayuntamientos de Santa Cruz y La Laguna, a causa de la depuración de las aguas residuales, ha llevado a los medios opiniones de lo más peregrinas. Personas que no tienen ni la más remota idea del asunto cogen el rábano por las hojas y empiezan a decir una serie de disparates que asombran a los expertos. Partiendo de una realidad que nadie niega -hay que reestructurar el servicio, compartir los gastos de mantenimiento, ampliar la depuradora, etc.- aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid y critican que se tire tanta agua al mar, apuntan la necesidad de depurarla en su totalidad y enviarla, mediante tuberías, a los municipios que las necesiten para los cultivos agrícolas, lamentan que la desalinizadora no trabaje a pleno rendimiento, censuran con virulencia el estado de la red de distribución, etc., en la creencia de que por haber leído en Wikipedia algo sobre el tema ya pueden considerarse expertos en la materia y decir lo que se les antoje.

Por eso me han parecido de lo más conveniente las consideraciones realizadas por la Cámara Insular del Agua que publicó EL DÍA hace unas semanas. En ellas, la Cámara donde dice Diego dice Diego, y hay que escuchar sus opiniones al respecto pues ella sí sabe lo que dice. Considera, por ejemplo, que “centrar el abastecimiento de agua dulce exclusivamente en la desalinización es equivocado por múltiples razones, entre las cuales destacan su elevado coste y la contaminación atmosférica y marina que producen. Reconociendo la labor de las desalinizadoras, admite que algunas de estas instalaciones han aliviado las tensiones que suelen producirse en veranos secos, si bien, a su juicio, “ello no justifica el cambio radical que se intuye, cuando aún hoy el 80 % de las aguas de la Isla proceden de manantiales, galerías y pozos, que durante siglos han satisfecho eficazmente la demanda de agua”.

Apunta -me limito a copiar, pues ya he dicho que hay que escuchar al que sabe- que “si se corrigieran las pérdidas, el agua desperdiciada en las redes públicas supondría disponer de la misma cantidad que aportan todas las plantas desaladoras de Tenerife en funcionamiento, incluidas las próximas a entrar en servicio”.

Podría seguir elogiando el documento en cuestión, pero creo que con lo dicho basta. No obstante, sí aprovecho la ocasión para recomendar a los alcaldes de los dos municipios que busquen el asesoramiento de la Cámara Insular de Aguas antes de emprender cualquier acción. Su prestigio merece que se la tenga en cuenta.

Fuente: http://eldia.es/ Jorge Rojas Hernández