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El agua para las ciudades del futuro

iaguaPara todos los que trabajamos en temas de desarrollo, 2015 fue un año clave: se adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que sucedieron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y marcaron el camino a seguir de aquí al 2030. Entre las metas de estos 17 nuevos objetivos figuran la reducción de la pobreza, la salud, la educación de calidad, la adopción de energías limpias y la equidad de género. El sexto objetivo, trata específicamente sobre agua y saneamiento.

América Latina y el Caribe lograron grandes progresos en ese terreno entre 1990 y 2012, un período en el cual más de 200 millones de personas accedieron a mejores servicios de agua potable y saneamiento. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer: más de 30 millones de personas aún carecen de acceso a agua segura y otras 100 millones siguen sin tener servicios sanitarios adecuados. En la agenda 2030, el agua es central para este desafío.

La nueva meta para el agua apunta a la universalización del servicio, pero va más allá del acceso, poniendo énfasis en la calidad, el manejo de aguas residuales, la seguridad hídrica, la gestión integral de los recursos y la protección y restauración de los sistemas hídricos.

Más de 30 millones de personas aún carecen de acceso a agua segura y otras 100 millones siguen sin tener servicios sanitarios adecuados

A los obstáculos financieros y técnicos hay que sumarle el desafío que plantea el cambio climático. Según muchos expertos, los fenómenos extremos tales como las sequías, las inundaciones y los huracanes podrían tornarse más frecuentes e intensos. Estas amenazas ponen en riesgo el suministro de agua en muchos países de la región y pueden ser devastadores para la población, la infraestructura e incluso la estabilidad económica. En los últimos tres años, más de una docena de grandes ciudades sufrieron cortes de agua y energía debido a sequías. El ejemplo más contundente es San Pablo, la mayor metrópolis brasileña.

Sin embargo, no podemos culpar solamente al cambio climático. Otros problemas, como el desequilibrio entre oferta y demanda de agua, están volviéndose cada vez más serios, sobre todo en nuestras ciudades, porque la infraestructura va a la zaga del crecimiento poblacional.

Para lograr el acceso universal, la región necesitaría invertir al menos US$28.000 millones en agua y otros US$49.000 en saneamiento, a un ritmo de alrededor de US$5.100 millones al año. Y si incluimos también tratamiento de aguas residuales, entonces deberíamos invertir, tan sólo en las grandes áreas urbanas, otros US$30.000 millones.

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