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Tras la pista del coronavirus en las aguas residuales

El agua sin tratar que llega a las plantas depuradoras se ha convertido en un testigo silencioso de la evolución de la pandemia, pero este año se va a necesitar más investigación y unificar metodologías para aprovechar mejor las posibilidades que ofrece esta aliada frente a la covid-19. Así lo reflejan los artículos científicos en este campo

Las heces y la orina de las personas que padecen la covid-19 acaban en las aguas residuales que, a través del alcantarillado, alcanzan las estaciones depuradoras. Desde el comienzo de la pandemia, científicos de todo el mundo tomaron muestras en estas plantas, y algunos de los primeros en hacerlo publicaron artículos de acceso abierto que hoy son los más referenciados por sus colegas, estudios que subrayan el interés epidemiológico de las aguas fecales y los retos que quedan por delante.

Entre estos trabajos figura el publicado por investigadores de Australia en la revista Science of the Total Environment, donde confirman la  primera detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales no tratadas de esa nación. Con muestras recogidas en Brisbane, se descubrió mediante PCR la presencia del coronavirus en una planta de tratamiento a finales de febrero, lo que delataba su presencia en algunas zonas hasta tres semanas antes de que se informaran los primeros casos.

“Nuestros hallazgos indican que la detección del ARN del coronavirus en las aguas residuales proporciona un sistema de alerta temprana que ayuda a identificar los lugares críticos y a realizar intervenciones como advertencias sanitarias o un aumento de pruebas individuales”, explica a SINC el autor principal, Warish Ahmed, del centro CSIRO Land and Water, coautor también de unareview sobre los avances en este campo.

Con datos de marzo y abril, los autores también aplicaron métodos estadísticos para estimar el número de infectados en una cuenca hidrográfica a partir de lo que medían en las aguas fecales, obteniendo un rango medio (de 171 a 1.090 personas contagiadas) que concordaba “razonablemente” con las observaciones clínicas.

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