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El agua como derecho humano frente a la pandemia

Cerca de 3.000 millones de personas no disponen siquiera de una pileta donde lavarse las manos, mientras 4.500 millones no tienen cuarto de baño o letrina

En este 19 de noviembre, Día Mundial del Saneamiento, Naciones Unidas no sólo nos recuerda que el agua potable y el saneamiento son derechos humanos, sino que garantizar esos servicios salva diariamente decenas de miles de vidas frente a la covid-19. A falta todavía de fármacos eficaces, garantizar una higiene adecuada con agua y jabón, junto a la mascarilla, la distancia y la ventilación, viene siendo una especie de vacuna global frente al virus. Se estima que unos tres mil millones de personas no disponen en sus viviendas de un simple lavabo o de una pileta donde lavarse las manos, mientras 4.500 millones carecen de servicios de saneamiento básicos, ya sea un cuarto de baño o una letrina.

Cuando se presentan estas estimaciones solemos mirarlas como frías estadísticas que reflejan injusticias lejanas, sobre las que poco podemos hacer. Sin embargo, esos problemas no son tan lejanos. No deberíamos olvidar cómo estallaron los primeros brotes de esta segunda ola pandémica en nuestro país, entre los temporeros que malvivían hacinados en vergonzosas condiciones, sin los servicios mínimos de higiene, agua y saneamiento que Naciones Unidas exige como derechos humanos. Como tampoco deberíamos olvidar a los miles y miles de migrantes y solicitantes de asilo, hombres, mujeres, niños y niñas, que siguen bloqueados en campos, en Grecia, bajo condiciones inhumanas, por el fracaso de los países de la Unión Europea en el cumplimiento de sus obligaciones en materia de derechos humanos. Campos que, por cierto, ya ni siquiera existen en nuestras conciencias, en la medida en que apenas salen en los noticiarios.

A mediados de marzo, Leo Heller, por entonces Relator Especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos al Agua y al Saneamiento, lanzó un llamamiento urgente a los gobiernos para que, al menos durante la pandemia, se garantizara a todas las personas el acceso al agua y se prohibieran los cortes de suministro por impago a familias en situación de vulnerabilidad. Muchos países respondieron con moratorias en varios suministros básicos en el contexto de las dolorosas, aunque necesarias, medidas de confinamiento. Sin embargo, una vez aplanada la curva de contagios y retiradas tales medidas, los mismos gobiernos tendieron a retirar también estas excepciones. Esta situación está llevando a que en muchos países se esté cortando el agua a cada vez más familias que se hunden entre paro, pobreza y vulnerabilidad. Una trágica realidad que la pandemia acelera y profundiza.

Leer más – El País