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Ciudad del Cabo, primera megaurbe que se quedará sin agua: será el 12 de abril

Sus habitantes tendrán que sobrevivir con 50 litros diarios si quieren evitar el corte total del agua para la fecha límite fijada.

Cuatro millones de personas, habitantes de una de las principales ciudades del mundo, se despertarán un día, abrirán los grifos y descubrirán que no corre una gota de agua. Acudirán a hacer cola a puntos de suministro militarizados y controlados por las autoridades para evitar tumultos y saqueos. Los más adinerados importarán agua a precio de oro. Los desposeídos se verán azotados por epidemias víricas azuzadas por la sequía y la degradación de la higiene.

Lo que suena a guión manido para una ficción apocalíptica es el horizonte que obsesiona desde hace meses a los ciudadanos de Ciudad del Cabo, segunda ciudad de Sudáfrica y su principal destino turístico. Una urbe moderna y desarrollada que el mundo contempla ahora con angustia: es el ensayo general de las consecuencias del aumento gradual de la temperatura en el planeta y el agravamiento de las sequías en los países tradicionalmente secos. Unas circunstancias que atañen particularmente a España.

Al igual que en la Península Ibérica, el extremo sur de África concatena tres años continuados de sequía. Los embalses que aprovisionaban Ciudad del Cabo estaban al completo en 2014. Ahora, en pleno verano austral, están al 27,2%. Los capetonianos pueden seguir su estado, así como la cifra estimada de ciudadanos cumplidores con las restricciones, en una web habilitada por el Ayuntamiento. Para reforzar la concienciación para un consumo responsable, esa misma página establece el cómputo para lo que se denominó el ‘Día Cero‘. Esa fecha aciaga, tan lejos en un principio, se ha adelantado al 12 de abril tras cruzarse el punto de no retorno.

La primera medida de las autoridades fue pedir un estricto control del consumo a unos meros 50 litros por persona y día. No es un reto menor cuando, según la OMS, 100 litros de agua se van por el sumidero en una ducha de 5 minutos. La gobernadora de la Provincia Occidental del Cabo, Helen Zille, predicaba con el ejemplo declarando que había pasado a ducharse únicamente cada tres días. Su pelo grasiento, afirmaba, era motivo de orgullo cívico. Aclaraba no obstante que se asea con una palangana y usa el agua sucia para rellenar la cisterna del váter, como viene ilustrando en su cuenta de Twitter junto a otros trucos y consejos.

 

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