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Agua de riego que pudre cultivos y enferma la tierra

“Cultivar se está volviendo casi inviable y conozco a otros agricultores a los que les pasa lo mismo” afirma Jairo López, un agricultor que tiene arrendada una finca de 2.000 metros cuadrados en Santa Bárbara, en el municipio tinerfeño de Icod de los Vinos. Esta zona del Norte de Tenerife tiene una larga tradición agrícola, pero Jairo no puede sacarle rendimiento debido a la mala calidad del agua de riego que proporciona la empresa pública Balsas de Tenerife (Balten), dependiente del Cabildo. “Los cultivos se pudren y la tierra se enferma”, alerta.

López planta espinacas, cilantro, coles, lechugas o habichuelas, que luego lleva al mercadillo o vende a clientes en el municipio. Pero desde hace meses el agua con el que riega sus cultivos tiene “alta salinidad” y sus productos “se echan a perder”. Es abonado de Balten, que le cobra cada dos meses dependiendo de los litros que gaste. “Y es de las más caras, cuesta 48 céntimos la pipa de agua, es decir, 460 litros, mientras que en otras zonas está a 10 o 15 céntimos”.

“Antes tenía cultivos muy buenos y ahora siembro, sale, se seca y se pudre”. Además, “el problema no es solo que se pierdan las plantaciones”, sino que “el agua enferma la tierra”, sostiene López, quien ya está intentando arrendar una finca en otra zona.

La empresa pública, que cuenta con 21 embalses, ocho estaciones desaladoras o 1.150 kilómetros de conducciones para atender a más de 8.000 usuarios, explica que en esa zona obtienen el agua de la galería Vergara y “se hace muy complicado conseguir agua de buena calidad” y “menos salobres” porque tienen “contaminación natural en origen” con “gases de origen volcánico”.

Balten asegura que “muchos agricultores” que son abonados consiguen agua en el mercado libre “de buena calidad” y la mezclan con la que consigue la entidad para regar sus cultivos. Sin embargo, López explica que esto implica “que cueste tres veces más” sacar adelante las plantaciones y critica que no se puedan adquirir ya tratadas.

Para ello, aseguran fuentes oficiales de Balten, habría que llevar esas aguas a una instalación desaladora, lo que conllevaría a que costara el doble, es decir, “en lugar de a 55 céntimos, tendría que venderse a 1,10 euros. Se podría dar agua de calidad, pero se encarece”.

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